miércoles, 24 de noviembre de 2010

1980/82, CLAUDIO GIÚDICE: esa RUBIA DEBILIDAD... en la DEFENSA


Claudio Giùdice debutó oficialmente en River en el marco de la sexta fecha del torneo Metropolitano 1980, cuando el conjunto de Labruna superó 1 a 0 a Racing en Avellaneda con gol de Leopoldo Luque, el mismo día que también jugó su primer partido el delantero José María Vieta.
Giúdice ocupó el puesto de segundo marcador lateral, en reemplazo de Daniel Passarella. Y si bien cometió un serio error al enviarle un pase atrás muy elevado a Fillol desde casi mitad de cancha (lo que obligó al Pato a un gran esfuerzo para sacarla al córner) su actuación fue buena.
Volvió a jugar tres fechas más tarde, cumpliendo una opaca labor, una noche lluviosa en la derrota en el Monumental contra Velez por 1 a 0. Pasaron varias fechas para que volviese a la Primera: fue en el empate 1 a 1 ante Newells también en Núñez, cumpliendo un aceptable desempeño, al igual que en la siguiente jornada en la victoria por 3 a 1 ante Tigre en cancha de Vélez. No volvió a entrar por el resto del certamen. Para la segunda competencia del año, el Nacional, el técnico no lo volvió a tener en cuenta.
Ya en el Metropolitano 1981, con Alfredo Di Stéfano como entrenador, entró en la tercera fecha reemplazando a Lonardi la tarde del desafortunado arbitraje de Claudio Busca, en el River 1 Argentinos Juniors 3. En la fecha siguiente, tuvo una opaca noche en la victoria 3 a 2 frente a Estudiantes en La Plata, fechas después cumplió un aceptable labor como volante central (no jugó Reinado Merlo) en la igualdad en blanco contra Racing en el estadio de Vélez, puesto que volvió a ocupar en la victoria por 1 a 0 frente a Talleres de Córdoba pero esta vez en flojo nivel. Jornadas más tarde volvió a su puesto de número 6 en el empate 1 a 1 contra Platense en Atlanta, al domingo siguiente tuvo un aceptable juego en el triunfo 2 a 1 ante Sarmiento en el Liberti y luego decayó su producción la noche de la derrota ante Unión en Santa Fe por 1 a 0.
Como Alberto Tarantini se fue afianzando ya sea como primer o segundo marcador central, no tuvo nuevas oportunidades de jugar hasta la igualdad 2 a 2 en Rosario contra Central. Pero fue expulsado, junto con el Conejo. Cumplió su sanción y recién retomó la titularidad en la victoria 3 a 1 ante Sarmiento en Junín, esta vez como número 2, y ya no volvió a jugar hasta finalizar el campeonato.
En la segunda commpetencia del año, el Nacional 81, en la segunda fecha jugó de titular en la victoria 3 a 2 contra San Martín de Tucumán como local con un rendimiento mediocre, pero se rehabilitó a la jornada siguiente en la recordada victoria por el mismo resultado ante Boca en la Bombonera, también como primer zaguero central. Mejoró su labor a la fecha siguiente, en el empate en cero contra Talleres en el Chateau Carreras. “Anduve bien. Mis compañeros me dan toda la confianza necesaria”, dijo en los vestuarios. Fue así que volvió a destacarse en el encuentro siguiente, contra Ferro en el Monumental, a pesar de la derrota 1 a 0. Pero anduvo mal contra Loma Negra en Olavarría (terminó 0 a 0) y, con el retorno de Tarantini luego de su sanción, no volvió a ser titular hasta la victoria 2 a 0 en Tucumán contra San Martín, donde jugó de manera aceptable. Reemplazó en el segundo tiempo a Emilio Commisso en el empate con sabor a derrota frente a Boca 2 a 2 y se retiró lesionado en la goleada 5 a 0 a Talleres de Córdoba en River, siendo reemplazado por Eduardo Lonardi. Ya no tuvo más oportunidades en el resto del torneo.
El orden de los campeonatos argentinos de Primera División se invirtió y el Nacional fue el primero a disputarse en 1982. Tenía un buen comienzo en la victoria 3 a 2 contra Nueva Chicago en Huracán hasta que fue expulsado; recién volvió en la cuarta fecha como volante central en pálido desempeño en la igualdad sin abrir el marcador ante N. O. Boys; fue un espanto jugando en el mismo puesto en la fatídica goleada 5 a 1 contra Boca en Núñez; tuvo una pobre actuación frente a Quilmes también de local, en la caída 3 a 2 y volvió a jugar muy mal en las derrotas frente a Instituto (3 a 0) e Independiente Rivadavia de Mendoza (2 a 1). Era un River diezmado por los jugadores convocados a la Selección Argentina para el Mundial de España y los sancionados por no haberse presentado a jugar ante Peñarol en Mar del Plata.
Ya en la segunda rueda del Nacional, recién jugó en el empate 0 a 0 contra los xeneises en la Ribera, esta vez como segundo marcador central. A la fecha siguiente, tuvo una mala tarde en el triunfo 3 a 2 contra Quilmes y volvió a decepcionar en las jornadas finales, cuando River perdió 3 a 2 frente a Instituto y 4 a 2 ante Independiente de Mendoza. El conjunto de Di Stéfano no clasificó en su zona.
El segundo campeonato de la temporada, el Metropolitano, lo vio recién en la séptima fecha en opaca labor en la derrota 1 a 0 contra Talleres en Córdoba. El equipo era dirigido por el Polaco Cap. Volvió a jugar mal frente a Huracán en la igualdad en blanco y, con José Ramos Delgado como DT, jugó de 6 en el empate 1 a 1 ante Platense en Velez en regular tarea y en la caída frente a Independiente en Avellaneda: 1 a 0. A partir de allí, sólo ingresó en un par de encuentros reemplazando a algún compañero y cerró su campaña en River justamente en la última fecha, en el empate 2 a 2 contra N. O. Boys en el Monumental. Luego, sería transferido a Chacarita.

sábado, 13 de noviembre de 2010

El RIVER ACTUAL de PASSARELLA TAMBIÉN TIENE que MOSTRAR PERSONALIDAD


Daniel Passarella le gana en el salto a Coch; Alberto Tarantini está expectante y, tapado por el Conejo, aparece la remera arremandaga de Juan José López. Fue por el Metropolitano 1980. River le ganó a Boca 2 a 1 y sus tribunas, rebosantes de público, le gritaron “Hijos nuestros / hijos nuestros!” a los boquenses porque justo coincidió con el festejo del Día del Padre y “Se van para la B / se van para la B!”, ya que los de la Ribera estaban posicionados de la mitad de tabla para abajo.
Treinta años después, las cosas se han invertido. El cuadro de Núñez ya no tiene la paternidad del superclásico y, por el contrario, es la gente xeneise la que sacude a la parcialidad millonaria refrescándole la incómoda posición del promedio.
En aquella oportunidad, los jugadores del equipo de Labruna mostraron personalidad. Al minuto del segundo tiempo ganaba Boca 1 a 0 con gol del tucumano Salinas; River empató a través del Kaiser y desniveló por intermedio de Leopoldo Luque. River se sobrepuso a la desventaja y terminó festejando.
Hoy, Passarella y J. J. López, cada una desde sus diferentes funciones en la conducción de la entidad, tienen la responsabilidad de inculcarles a los jugadores del plantel actual (sobre todo a los más jóvenes; no a Almeyda u Ortega que ya tienen mucha experiencia) que River debe mostrar fútbol contra los de Borghi pero sobre todo personalidad y temple -en este delicado momento- para salir de la situación. La misma que mostraron aquellos hombres que doblegaron al conjunto de Rattín y terminaron obteniendo el torneo por amplia ventaja: Fillol; Comelles, Pavoni, Passarella y Tarantini; J. J. López, Merlo y Alonso; P. González (R. Díaz), Luque y Commisso.. No son los mismos jugadores, por supuesto, pero es lo mínimo que el hincha de River espera en estas circunstancias.

lunes, 8 de noviembre de 2010

SALÍ a la CANCHA, RIVER...


Un domingo cualquiera de 1974 y ahí aparece River en calidad de visitante: Ghiso, Jauregui, Bottanix, Merlo, Perico Pérez y Mastrángelo encabezan la fila. Lo de visitante no es verdad: ahí de fondo está el pueblo millonario rindiéndole honores al equipo y haciéndolo sentir como en el Monumental.
Eran tiempos sin títulos. “Señores yo soy de River / de River de corazón. / Si señor yo soy de River / aunque no salga campeón!”. Las hinchadas contrarias, por su parte, gastaban a la gente de River con todo tipo de apodos, arrojando gallinas al campo de juego e inclusive con cantos haciendo alarde de la famosa mano de Gallo (la parcialidad de Velez, sobre todo) y por llevar la carga de ser subcampeones eternos: “River y Balbín / segundos hasta el fin!” también gritaban en comparación a los resultados electorales obtenidos por el dirigente radical.
Pero desde que el fútbol es fútbol se lo ha triturado a River con las cargadas más irónicas e hirientes. La contra no sabe qué hacer con tanta envidia. Ahora le cantan: “Y ya lo ve / y ya lo ve / el que no salta / se va a la B!” Increíble. Sueñan con que se rompa aquello de que “River, Boca e Independiente son los únicos desde 1931 que nunca bajaron de categoría”. Ni siquiera en el 83, cuando el club de Núñez se vio favorecido por haberse implementado una nueva modalidad de promedios para determinar los descensos y no bajó a la “B”, se lo castigó como en la actualidad. Hubo alguna aislada cargada de parte de la barra de San Lorenzo, cuando expresó una noche de 4 a 0 a los juveniles de la banda roja en cancha de Velez: “Ole le / ola la / nosotros ya nos fuimos / ustedes ya se van!”
Hoy, tras la desvinculación del DT Angel Cappa, River vive una instancia delicada. Los contrarios la disfrutan, claro. Así y todo, hay un factor que permite seguir creyendo, que todavía resiste y muestra grandeza en estos días que están pasando: su hinchada. Esas cuadras y cuadras de fanas tratando de canjear la entrada para el superclásico, desde horas muy tempranas.
Esa onda positiva, esa inmensa pasión, esa energía que baja desde las tribunas riverplatenses tiene que llegar a Passarella y a los jugadores, tiene que contagiarlos. Con el técnico que sea. Sobre todo ahora, que viene Boca. River no puede estar en la Promoción, no debe. Hay demasiados próceres, demasiada grandeza, demasiada historia como para detenerse a pensar en ello. Salí a la cancha de una vez por todas, River...

lunes, 1 de noviembre de 2010

1980/1981: “MILONGUITA” HEREDIA, el GOLEADOR del BARCELONA que en RIVER apenas CONVIRTIÓ


Juan Carlos Heredia mete el zapatazo que se irá cerca de uno de los palos del arquero de Platense, ante la mirada de Pedro González y de la defensa calamar. La imagen corresponde al partido que igualaron Platense y River 1 a 1 en cancha de Atlanta, por el Metropolitano 1981.
Milonguita había sido comprado a comienzos de 1980 al Barcelona de España, en 400.000 dólares. Fue ídolo en el Barsa y llegó a jugar en la selección española. “Me encuentro con una responsabilidad muy grande, pero no tengo dudas que voy a cumplir. Le traigo mis goles a River” manifestó el goleador cuando llegó al club de Núñez.
Debutó en la primera fecha del Metropolitano 1980, en un cotejo igualado ante Colón 1 a 1 en el Liberti. Fue el dueño de los mayores aplausos cuando fue reemplazado por el uruguayo Juan Ramón Carrasco. Había cumplido.
En la segunda jornada, bajó su rendimiento pero concretó el gol del empate 1 a 1 frente a Estudiantes en La Plata faltando un cuarto de hora para finalizar el encuentro. Sufrió una lesión y estuvo más de dos meses inactivo.
Recién volvió en la 16a. fecha en otra igualdad por el mismo marcador: esta vez en el Monumental contra Independiente. Tuvo una aceptable tarea. A todo esto, sólo había jugado un sólo partido en la Copa Libertadores 1980: en el 0 a 0 contra Velez en el primer partido por el Grupo I. Luego, fue reemplazado por Emilio Commisso en la caída 2 a 0 ante Argentinos Juniors por el Metro 80, cuando volvió a lesionarse: rotura de ligamentos.
Recién retornó al equipo cumpliendo una floja labor una rueda más tarde, la tarde que River, ya coronado campeón, cayó frente al cuadro de La Paternal por 4 a 2 en el estadio de Atlanta.
En el segundo torneo del año 1980, el Nacional, Milonguita entró en la tercera fecha reemplazando a Oscar Ortíz en el 2 a 2 frente a Boca como local. Pasaron varias jornadas y tuvo un pobre desempeño contra Instituto en la victoria por 2 a 0 tambén en el Monumental; Labruna lo volvió a excluir para que fechas más tarde ingresara en la segunda etapa por Pedro González en el triunfo 3 a 0 ante Colón y recién volvió a ser titular cumpliendo un aceptable rendimiento frente a Cipolleti de Río Negro, en el 4 a 2 que marcó el cierre de la etapa clasificatoria del Nacional. También anduvo bien en el partido de ida contra N. O. Boys (triunfo por 3 a 2); así y todo, fue reemplazado por Pedro González y esa incidencia marcó el final de su mediocre primer año con la banda roja.
Ya en el Metropolitano 1981, recién ingresó en el segundo tiempo de la cuarta fecha reemplazando a Oscar Ortíz, cuando River perdió ante Arg. Jrs. 3 a 2, la tarde que Claudio Busca expulsó a medio equipo millonario y hasta a Angel Labruna! En la fecha siguiente, volvió a tener una buena actuación en La Plata: convirtió dos goles en la victoria por 3 a 2 frente a Estudiantes. Pero la llegada de Mario Kempes y René Houseman lo volvió a relegar al banco de suplentes. Cuando volvió, anduvo flojo en el 2 a 1 a favor contra Ferro en Caballito y tuvo que salir, ingresando el chico Pedro Vega. Pasaron varios domingos y retornó jugando bien ante Platense (foto). A todo esto, en la Copa Libertadores 81 había jugado en forma mediocre en el primer partido del Grupo Uno (triunfo por 1 a 0) contra Central en Rosario (salió por Pedro González), la noche que la hinchada con mucho aliento, fervor y banderas rojas y blancas hizo sentir al equipo local en Arroyito. Sin embargo, fue lo único rescatable la lamentable noche de la eliminación (1 a 2) frente a Deportivo Cali en Núñez, dándole el pase al Matador Kempes para que abriera el marcador. Cerrando el torneo continental, jugó mal en el 3 a 2 frente a los rosarinos como local.
Con el conjunto de Labruna ya eliminado del torneo continental, recién volvió a jugar por el Metro 81 en el vibrante empate 3 a 3 contra Velez, convirtiendo el primer gol del equipo pero se tuvo que ir expulsado. Cumplió su suspensión y volvió frente a Colón en Santa Fe (1 a 1) ingresando por J. J. López. Luego anduvo flojo contra Ferro en el Monumental (River perdió 1 a 0) y salió por José María Vieta. Volvió a ser titular en el 1 a 1 frente a Boca en Núñez, pero su decepcionante desempeño hizo que Angelito se decidiera en el segundo tiempo por el Loco Houseman. Fue el final de su deslucida campaña en River. Para el segundo certamen del año, el Nacional, fue transferido a Argentinos Juniors.
Las lesiones no lo ayudaron a Heredia, pero el delantero no estuvo a la altura de sus antecedentes: toda su habilidad, fuerza y potencia, además de su capacidad goleadora, se habían quedado en España.