martes, 28 de agosto de 2012

El 2-6 que ni Vilas podía remontar

River estaba bien perfilado en la segunda mitad de 1980 para obtener un logro que ningún equipo argentino conquistó todavía: ganar cuatro campeonatos consecutivos. Venía de festejar el Metropolitano y Nacional 79 y el Metro 80, quedando en el recuerdo como el segundo tricampeón de su historia. Ahora se tiraba con todo a llevarse el torneo en el que participaban los cuadros del Interior. Logró la clasificación para Octavos de Final con cierta angustia, pero enfrentó a N. O. Boys en el Monumental con ímpetu victorioso y en el marco de tribunas entusiastas, a pesar de que la Selección de César Menotti se había llevado a Ubaldo Fillol, Daniel Passarella, Alberto Tarantini, Leopoldo Luque y Ramón Díaz para “concentrar” de cara al Mundialito de Uruguay. Ganó el partido de ida el “Millonario” 3-2 después de estar dos veces en desventaja, con un gol de Norberto Alonso y dos de Roberto Gordon.
Se venía la revancha, a mitad de semana. El reglamento en ese entonces decía que “será ganador el equipo que registre mayor diferencia de goles. De subsistir la igualdad, se computarán doble los conquistados como visitante”. Es decir, para el desquite en Rosario a River le bastaba un cero a cero o cualquier otro tipo de empate, que ya pasaba a las Semifinales. Y si el conjunto de Labruna hacía un gol… ya estaba prácticamente todo definido.
River no hizo uno en el Parque Independencia… concretó dos! “Chau, liquidado. A otra cosa. Vamos por el tetracampeonato” pensaron muchos simpatizantes de la Banda. No se había llegado al primer cuarto de hora del cotejo que otra vez el “Tanque” (imagen) y el “Beto” derrotaban a Civarelli. N. O. Boys estaba entregado. Ahora no sólo tenía que empatarle al “Millonario”, sino golearlo. Se produjo el descuento de Enzo Bullery –quien al año siguiente pasaría a la entidad de Núñez junto con Américo Gallego- pero todavía todo estaba bajo control. Hasta que llegó para River el fatal minuto treinta y tres. Luis Landaburu se lesionó en una mano y tuvo que ingresar al arco un juvenil de la Cuarta División: Miguel Angel Torres. Justo en ese momento hubo un córner para los locales. Torres trataba de concentrarse pero detrás suyo tenía a la hinchada rojinegra gritándole de todo. Y pasó lo que no tenía que pasar: el chico se equivocó al salir y Talavera igualó el partido. Para colmo, minutos más tarde Pedro González también la erró: “se le escapó” una pierna y se tuvo que ir expulsado. El ambiente comenzaba a cambiar. Enseguida, N. O. Boys se puso 3 a 2 arriba: estaba eliminado y ahora disponía de la posibilidad de disputar un alargue. Al descanso.
Casi en la mitad del segundo tiempo, Yasalde puso el 4 a 2 para el local. Increíble. A los pocos minutos, el quinto. Al rato, la media docena! Faltaban todavía quince minutos. La tribuna visitante –al costado, repleta de banderas, lo que hoy serían las plateas- no podía entender lo que estaba ocurriendo en el campo de juego. Se había pasado de la euforia a la desazón. Sin embargo, se encendió nuevamente la ilusión y el griterío cuando Alfredo De los Santos tuvo a su favor un penal: podía ser una luz de esperanza. El uruguayo le entró, el balón dio en un palo y se fue… El 6-2 fue categórico: River quedaba eliminado.
Días después de este cotejo, la revista “El Gráfico” le hizo una entrevista a Miguel Torres –quien también atajaba en la Selección juvenil- ilustrada con una imagen del guardameta con un paraguas en medio de la lluvia y titulada: “No es nada pibe, sólo una tormenta de verano” en referencia a su actuación en Rosario. “Es la primera vez que me hacen cinco goles. Cuando Landaburu se lesionó yo le gritaba: ´Vamos Luis, fuerza, arriba!´ En ese momento, en el banco de suplentes, Daniel Lonardi me dijo: ´Che Torres, mirá si tenés que entrar´ Yo le contesté que bueno, que entraba, ¿qué iba a hacer? Esos primeros minutos fueron muy bravos. Yo me tenía confianza pero me cayó una responsabilidad muy grande. Eso sí: me sentí muy apoyado por mis compañeros. Antes de ingresar, Tapia me dijo que era un fenómeno; cuando iba entrando escuché a Merlo y De los Santos dándome aliento, al igual que todos… Pero estoy un poco defraudado, triste. Tengo que olvidarme de lo que pasó esa noche con Newells”.
Esa noche tan adversa River formó con Landaburu (Torres); Saporiti, Pavoni, De los Santos y H. López; Commisso, Merlo y Alonso; P. González, Gordon y Ortiz.